9no Dan, Pionero del Taekwon-Do Argentino
(5/5/1949 – 13/1/2018)
Nota: Pedro Florindo nos ha dejado. Esta es la semblanza que hice en 2016, y hoy confirmamos en el afecto, la admiración y la gratitud…
El 16 de julio de 2016 el Mtro. Pedro Florindo fue promovido a la máxima categoría de 9° Dan (Gran Maestro) por el Gran Maestro Han Chang Kim -padre del Taekwon-Do argentino- en una ceremonia de graduación llevada a cabo en el mítico Instituto Sucre. Delante de un nutrido grupo de alumnos incluyendo a muchos de aquellos que lo acompañan desde hace décadas, el GM Kim destacó la trayectoria descollante de Florindo como practicante, competidor, dirigente y maestro, distinguiéndolo como uno de los mayores referentes de las artes marciales nacidos en la Argentina.
El Gran Maestro Pedro Florindo es uno de los argentinos con más trayectoria en el Taekwon-Do, y es a quien el Mtro. Adrogué debe la mayor parte de su formación en las artes marciales. Florindo se inició en la actividad con Lee Kae Won en 1968, y luego de una interrupción por el servicio militar se encontró en 1971 con un 5to Dan de una habilidad física notable llamado Lee Chong Seo (el Maestro Lee) proveniente de la escuela Moo Duk Kwan y 3er Dan de Hapkido. Florindo se graduó de cinturón negro en 1974. Era la etapa formativa del Tae Kwon Do nacional, y Florindo con su compañero de práctica el destacado Carlos Verdún visitaban las demás escuelas para compartir prácticas con los demás cinturones negros, una categoría escasa y muy apreciada en ese entonces. Florindo tenía una técnica depurada, con una amplia variedad de recursos que le venían de su maestro. Cuando Lee dejó la enseñanza, Florindo continuó hasta 1979 aprendiendo con Yang Dae Chol, un ex campeón nacional coreano proveniente de Ji Do Kwan famoso por el rigor de sus entrenamientos y precursor del Taekwondo competitivo en la Argentina.
En 1975 Florindo compite en el “Primer Torneo Nacional”, obteniendo el 3er puesto entre los cinturones negros. En 1977 triunfa en el “Primer Campeonato Argentino”, y logra el segundo puesto en el “Torneo Nacional”. En ese año viaja con su inseparable compañero de prácticas, Carlos Verdún, al Tercer Campeonato Mundial (WTF) en Chicago, EEUU, donde alcanza los cuartos de final. Poco después gana el Campeonato Sudamericano Abierto de U.S.K.A., lo que repite al año siguiente.
Por aquel entonces, Florindo era reconocido por su técnica. La base tradicional que sobre la que se había formado, sumada a su experiencia en diversos torneos, en muchos de los cuales debía probar la eficacia del Tae Kwon Do frente al Karate, hicieron de Florindo un cinturón negro excepcional.
En 1978 fue seleccionado por la revista Yudo Karate entre los mejores taekwondistas para participar en el primer Torneo de los Campeones, en que participaban los mejores exponentes de cada arte marcial.
En 1980 Florindo funda la Escuela Argentina de Tae Kwon Do, secundado por los más jóvenes profesores Armando y Jorge Carabajal, Paco Beloso, Carlos Gómez de Olivera, Jorge Rogers y Francisco Taboada. Se trató de una organización señera en el desarrollo del Taekwon-Do argentino, llegando a albergar en su seno a aproximadamente 10.000 personas cuando hacia fines de los ’80 ello representaba cerca de un tercio del total de practicantes en el país. El grupo de instructores y colaboradores más destacados de entonces incluía a Tito Guzmán, Pedro Bersi, Gustavo Pérez (su mariscal de campo en la implementación de la enseñanza), Claudio Iedwab (su alumno más destacado), Gabriel Delucci, Martín Hausemer, Jorge Rábago, Héctor Rivera, Guillermo Dávoli, Gustavo Corino, Juan Carlos Piñero, Rodolfo Nacer, Gustavo Hamui, Gustavo Pope, Daniel Burban, Daniel Goggi, Claudia Puga, José Sunini. Más aquí en el tiempo y entre muchos otros, Eric Calvo (su discípulo de mayor antigüedad actualmente activo en la EAT), Marina Serrano, Hugo Carballo, Néstor Alfonsín, Marcelo Cremona, Manuel Adrogué (quien se desvinculó de la EAT en 2006), Víctor D’Amore, Roberto Robledo, Norman Rodriguez Yolando, Norberto Pallés, Julia Jakimczuk, Lucas Villa, Alejandro González, Daniel Castera, Walter Lee, Leonardo Salguero, Gabriel Provale, Alfredo Gallo, Hernán Díaz Rentsch, Flavio Essinger y Gustavo Livón.
Luego de servir de anfitrión al Gral. Choi Hong Hi en sus múltiples visitas en su dojang “Sucre” donde el Gral. y sus discípulos dieron clases a los máximos exponentes argentinos del Taekwon-Do ITF, en 1984 Florindo fue nombrado directivo de la International Taekwon-Do Federation en Viena, Austria. Durante esa época se consolidó la formación del profesor Florindo desde el punto de vista marcial como practicante, permitiéndole estudiar al detalle el estilo “ITF”, lo que fue coronado años mas tarde con un memorable curso brindado por el Mtro. Park Jung Tae.
En 1986 fue distinguido por la revista Yudo Karate con el Cinturón de Honor en la categoría Maestro de Disciplina Coreana.
En 1991 publicó el libro “Trabajo especial de piernas para el Tae Kwon Do”, en el que brinda información de utilidad para los practicantes y deja entrever la precisión y profesionalismo con que aborda la enseñanza. Dos años después formó parte de la fundación de Tae Kwon Do International, una entidad con sede en Inglaterra que propone la organización de campeonatos mundiales abiertos que convocan a millares de cultores de esta disciplina de todos los continentes.
Si bien en el Tae Kwon Do moderno la competencia tiende a desplazar a la práctica del arte marcial, Florindo siempre se ocupó de continuar con el sistema tradicional en su esencia, pues entendía que el deporte, aunque es fuente de grandes satisfacciones y sirve para atraer y unir a gente de todas partes, es efímero de la vida del practicante, mientras que el arte marcial permanece. Por ello, adicionalmente a sus giras competitivas, en los años ’90 Florindo organizó múltiples viajes de perfeccionamiento para sus alumnos a los Estados Unidos. Así, sus alumnos tuvieron la oportunidad de practicar con leyendas vivas: Hapkido con Ji Han Jae, Kwang Sik Myung y Myung Kim, Tae Kwon Do con Henry Cho, Hee Il Cho, Jun Chong y Phillip Rhee, Jeet Kune Do con Dan Inosanto y Burton Richardson, y Tae Bo con Billy Blanks.
A través de su organización EAT, Florindo envió equipos a varios de esos campeonatos internacionales. Si bien varios de sus alumnos se han consagrado campeones mundiales individualmente, fue un hito en su carrera como coach cuando en 2000 la Argentina se consagró campeón mundial por equipos en Eindhoven, Holanda (como co-coach, Edgardo Villanueva, y el equipo estuvo integrado por M. Cremona, J. Sunini, P. Ferreiro, F. Figari, E. Borracer, y A. Gartenbank).
En noviembre de 2002 Pedro Florindo organizó el campeonato mundial de Tae Kwon Do International en Miami, congregando decenas de países y logrando por segunda vez el campeonato mundial de combate por equipos, nuevamente ante Inglaterra, y con un equipo integrado por atletas de las escuelas de Pedro Florindo y de Edgardo Villanueva.
Hay ocasiones donde el carisma, la autoridad o el prestigio se “comen” a la persona que adornan. Muchos no conocen qué tan bueno era Florindo como practicante, y la palabra “maestro” es ambigua porque se refiere a enseñar y transmitir. La palabra en inglés “master” tiene un perfil distinto, porque alude a “dominar”, a haber llegado a la maestría sobre una especialidad. En su dominio técnico como peleador, era un “diferente”. En sus últimos años, podía redirigir o inutilizar los ataques de un oponente con movimientos mínimos de sus brazos, hombros o caderas. Usaba la distancia y el tiempo de maneras difíciles de percibir, frustrantes para cualquiera entrenando con él. Él no telegrafiaba sus movimientos y sus golpes. Incluso en situaciones relajadas con sus alumnos, siempre estaban mechadas por agudas y dolorosas bromas por sus ataques sorpresivos. Él tenía el control perfecto de sus golpes y le gustaba golpear con sus protuberantes nudillos un poco más fuerte de lo que les gustaba recibir a sus alumnos. Sus reflejos eran de otro mundo. A principios de esta década, visité su dojang y tuve una sesión de sparring ligero. Yo era un peso liviano, un rápido 6º Dan a mediados de mi década de los 40, y estábamos en un combate jugando (seriamente, como siempre se hacía con él). En un momento me clavó justo en el medio con su patada lateral en giro y, sin bajar el pie flameó en contragiro una patada circular alta, su empeine apenas tocando mi cara. Tenía más de 60 años y ya no estaba en perfecto estado, pero su nivel de Taekwon-Do era extraordinario. Como practicante que era, decía que las reuniones de Taekwon-Do deben hacerse después de la práctica (un modo interesante de recordar quién es quién, y qué es lo primero).
El Gran Maestro Pedro Florindo fue siempre un referente en las artes marciales argentinas, marcando rumbos y no dudando en romper con lo establecido. Fue de los primeros en competir representando a la Argentina, luego líder en el armado de una inmensa institución como la E.A.T. en la que implementó exitosamente un modo de enseñanza innovador, años después supo emplear su alejamiento de la ITF como una excusa para abrirse a conocer y abrevar en otras fuentes de arte marcial. Integró el núcleo fundador de Taekwondo International, entidad a la que actualmente pertenecen varias organizaciones argentinas. Inteligente y provocador, formó a miles de instructores que al día de hoy recuerdan la solvencia técnica de Florindo, y su carisma. En las decisiones que fueron marcando su rumbo hubo probablemente aciertos y errores, pero nunca una actitud temerosa, siempre la disposición de para ir adelante, innovar y arriesgarse.
Aquí son muchas las líneas del inolvidable “If” de Rudyard Kipling que aplican…
“Si puedes soñar sin que los sueños te dominen;
Si puedes pensar y no hacer de tus pensamientos tu único objetivo;
Si puedes encontrarte con el triunfo y la derrota,
y tratar a esos dos impostores de la misma manera.
…
O ver cómo se destruye todo aquello por lo que has dado la vida,
y remangarte para reconstruirlo con herramientas desgastadas.
Si puedes apilar todas tus ganancias
y arriesgarlas a una sola jugada;
y perder, y empezar de nuevo desde el principio
y nunca decir ni una palabra sobre tu pérdida.
Si puedes forzar tu corazón, y tus nervios y tendones,
a cumplir con tus objetivos mucho después de que estén agotados,
y así resistir cuando ya no te queda nada
salvo la Voluntad, que les dice: “¡Resistid!”.
…
Si puedes llenar el implacable minuto,
con sesenta segundos de diligente labor
Tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
y —lo que es más—: ¡serás un Hombre, hijo mío!
En nosotros sus alumnos de largos años ha provocado admiración, gratitud, gozo y también alguna vez exasperación. Porque Florindo se ha portado y ha vivido como un Hombre de Kipling. Nunca un acumulador de lauros, siempre un soñador rebelde. Por todo eso es que el Taekwon-Do argentino le debe tanto a Florindo. Si hubiera una frase que lo describa, quizás uno diría que lo ha guiado en su vida el lema del mítico Enterprise de Star Trek:
“atreverse a ir a donde hombre alguno no haya ido jamás “.
Post Scripto:
Pedro, te voy a extrañar. Hay cosas que vengo practicando que te quería mostrar (cuando me salieran mejor, y no llegó ese momento). Me honraste con tu amistad, en alguna ocasión me tiraste algunas flores que jamás me voy a olvidar (nuestro único desencuentro, lo guardo como recuerdo de que las relaciones padre e hijo nunca son fáciles, y las enseñanzas, imborrables). Me enorgullece decir que fui tu alumno diario durante tantos años, moldeado por esa pasión que tenías y contagiabas y un conocimiento raro como un tesoro. No compraste nunca ni vendiste baratijas, no te colgaste a ninguna figura, no te importaron los honores (esos que muchas veces ponen a las artes marciales al borde del ridículo), solamente te importaba la opinión de aquellos que respetabas, de quienes querías, y de quienes podías seguir aprendiendo. Nunca conforme, como dice Kipling, vos seguiste arriesgando todo por un poco más. A veces irresponsable, con tu media sonrisa pícara, como un chico travieso siempre dispuesto a ser el más cojonudo del barrio.
Recuerdo que un día me dijiste que lo que distingue a un maestro de un gran instructor, es que el maestro inspira a otros. Profundamente.
La pucha que fuiste un MAESTRO. Siempre me pareció un título pomposo, pero en el sentido más puro y sencillo, vos fuiste un gran maestro. Espero aprender de tus aciertos, y también de tus errores.
Un abrazo, te quiero. No sabés cuánto necesito darte un abrazo, cuánto te agradezco todo.
Manuel