El Taekwon-Do como camino de superación integral
Concebimos al Taekwon-Do como una disciplina de mejoramiento personal de origen asiático que emplea un entrenamiento riguroso y sistemático que puede beneficiar a personas de ambos sexos y todas las edades, dado que nuestro método es progresivo y personalizado. El objetivo inmediato es el dominio de un sistema de técnicas de pelea sin armas pensado para explotar al máximo las potencialidades del cuerpo humano. La práctica continua de esas técnicas –y los ejercicios físicos que las complementan- dotan al practicante de una fuerza, flexibilidad, velocidad y capacidad cardio-respiratoria superiores a las comunes.
Con el tiempo, la potencia que adquiere el practicante en sus golpes hace que éste tome conciencia de su potencialidad, y vaya perdiendo miedos, complejos e inhibiciones. La práctica de combate con otros compañeros le enseña a adaptarse y dar respuesta a ataques diversos e inesperados, y a responder a ellos en forma relajada y eficaz. El combate en clase sirve para mostrarle que en la vida encontraremos gente a la que podemos superar, pero también encontraremos a otros quienes pueden fácilmente con nosotros, y controlan sus golpes para no lastimarnos. O sea que se tiene una vivencia palpable de la importancia del respeto a los demás y la posición relativa de cada uno en un grupo de personas que, junto con el afán de superación, constituye la esencia de la práctica. Se espera el practicante de Taekwon-Do traslade esas enseñanzas a su vida social. Las roturas, por su parte, permiten al practicante verificar su progreso en entrenamiento con pautas objetivas: ni las excusas ni las justificaciones rompen tablas o ladrillos, sólo los golpes de quien ha entrenado lo suficiente. Las práctica de formas (esquemas heredados tradicionales en las artes marciales) implica la repetición incesante de patrones técnicos en los que acompasamos nuestros movimientos a la respiración en forma rítmica siguiendo un ciclo de expansión y contracción, a la vez que simbólicamente nos unimos a las generaciones precedentes como parte de una tradición inveterada.
En otro plano, se estimula a los alumnos a esforzarse por mejorar en su formación (estudios –esperamos altas calificaciones de nuestros miembros estudiantes-), en su trabajo y principalmente en su familia, pues entendemos que la superación del practicante de Taekwon-Do debe ser completa, durante las 24 horas del día. No buscamos formar peleadores, sino luchadores en la vida, gente que sepa que nada que valga la pena se consigue de la noche a la mañana, sin mucho esfuerzo y perseverancia. Gente que aprecie esas cualidades en todos los campos. Siguiendo la senda cultivada en el siglo VII DC por los guerreros de Shil La, entendemos que todo practicante debe recorrer un camino interior hacia la
Sabiduría en la mente,
Fortaleza en el cuerpo,
Pureza en el corazón.
La dimensión moral es, en última instancia, a donde apunta nuestra práctica. Sin un corazón grande y generoso, de nada sirve toda la fortaleza o la sabiduría. Como escribe San Pablo, “aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, aunque conociera todos los misterios y toda la ciencia …, si no tengo amor, no soy nada” (Carta a los Corintios I, 13-2)
Conforme la formulación clásica del Gral. Choi –de inspiración Confuciana-, el Taekwon-Do apunta a vivir una vida que honre cinco principios:
1) Cortesía (Ye Ui) 여의
Lo primero que hace el alumno al ingresar al dojang es saludar al estilo oriental. Por ello decimos que el Taekwon-Do comienza y termina con cortesía, que es como debería iniciarse toda relación humana. El gesto físico consiste en inclinar la cabeza hacia delante en gesto de humildad y reconocimiento al prójimo. Implica ser respetuoso, considerado, delicado en el trato, respetar la posición o méritos que han hecho los demás para llegar a donde están en la vida, saber ceder ante los requerimientos del otro, estar dispuesto a reconocer los errores propios, ser benévolo con los defectos ajenos como esperamos que ocurra con los propios.
2) Integridad (Yom Chi) 염치
Este principio se refiere a la honorabilidad, a ser alguien “de una sola pieza”, que se conduce con la misma moralidad ante toda persona o circunstancia. Ello supone la capacidad de distinguir lo bueno de lo malo, y en este caso sentir culpa y arrepentirse; ser honesto, franco y leal; rechazar los postulados que justifican conductas inmorales por razones de conveniencia.
3) Perseverancia (In Nae) 인냬
Para los orientales, paciencia y perseverancia son sinónimos. El ideograma con que se escribe incluye el dibujo de una daga y del corazón, representando una situación en donde encontrándose “entre la espada y la pared”, sin nada que hacer, hay que dar lugar al tiempo. Paciencia. La antigua afirmación oriental que la paciencia/perseverancia lleva a la virtud está en las artes marciales ligada a la necesidad de practicar y repetir los movimientos sin cesar. Según el neurólogo Daniel Levitin “se requieren diez mil horas de práctica para alcanzar el nivel de dominio propio de un experto de categoría mundial, en el campo que fuere. Estudio tras estudio, trátese de compositores, jugadores de baloncesto, escritores de ficción, patinadores sobre hielo, concertistas de piano, jugadores de ajedrez, delincuentes de altos vuelos o de lo que sea, este número se repite una y otra vez. (…) Parece que el cerebro necesita todo ese tiempo para asimilar cuanto necesita conocer para alcanzar un dominio verdadero. (…) neurológicamente, 10.000 horas de práctica, 10 años de tesón e ilusión, es el mínimo requerido para que una persona alcance la excelencia en la realización de una tarea compleja”. Esa es una pauta para asumir el nivel de dedicación necesaria para avanzar en Taekwon-Do, pero sobre todo para entender que el esfuerzo persistente durante el transcurso del tiempo es condición necesaria para todo logro en la vida.
4) Auto-control (Guk ki) 극기
Se relaciona con la sentencia de Lao Tse, “es fuerte quien se vence a sí mismo”. Trata sobre vencer los propios egoísmos, arbitrariedades, o tendencia a imponerse indebidamente sobre los demás. También es evitar reacciones violentas, apresuradas o indebidas y, en cambio, saber encontrar el momento y modo adecuados para expresar una justa indignación o reproche y éste que sea bien recibido.
5) Espíritu Indómito (Baekjul Bulgul) 백절불굴
“Aquí yacen 300 que cumplieron con su deber” es el simple epitafio para la heroica hazaña de los espartanos que, bajo el mando de Leónidas, se inmolaron enfrentando las muy superiores fuerzas invasoras persas de Jerjes en el año 480 AC. Sabiendo que no había chance de éxito, con el propósito de demorar a los atacantes para que Grecia prepara una defensa adecuada, Leónidas seleccionó a 300 espartanos para luchar a muerte, y ordenó la retirada de los restantes hombres. Entonces, combatieron heroicamente hasta la muerte del último de ellos.
La disciplina que cultiva el Taekwon-Do pretende templar el espíritu del practicante para permitirle, una vez tomada la decisión de enfrentarse contra cualquier injusticia, actuar sin dudar con espíritu indómito, sin reparar en temores o intereses propios.
El General Choi también instituyó la costumbre de recitar la “Promesa del Taekwon-Do”, que dice:
1) Honraré los principios del Taekwon-Do.
2) Respetaré a mis instructores y superiores.
3) No haré nunca uso indebido del Taekwon-Do.
4) Seré campeón de la justicia y la libertad.
5) Ayudaré a construir un mundo más pacífico.
Consejos del Gral. Choi Hong Hi para los practicantes de Taekwon-Do:
- Esté dispuesto a ir a lugares y situaciones difíciles, y a hacer las cosas que valen la pena aunque sea duro.
- Sea gentil con los débiles y duro con los fuertes.
- Esté conforme con la posición y dinero que tiene, pero nunca con su habilidad.
- Siempre termine lo que empieza, sea grande o pequeño.
- Esté dispuesto a enseñar a todos, sin distinción de religión, raza o ideología.
- En la lucha por una causa noble, nunca ceda ante castigos o amenazas.
- Enseñe actitudes y habilidades mediante actos en lugar de palabras.
- Siempre sea usted mismo, aunque las circunstancias cambien.
- Sea un maestro eternamente, enseñando con el cuerpo en la juventud, con palabras en la vejez, y con el ejemplo moral después de la muerte.
Para nosotros el gimnasio (en coreano dojang, la sala “jang” donde se cultiva el camino “do”) es mucho más que un lugar para “desenchufarse” u olvidarse de las preocupaciones cotidianas. No es un lugar para huir de nuestros problemas, sino donde construimos una personalidad que nos permita enfrentarlos y resolverlos.
Taekwon-Do es belleza física que aspira a belleza moral.
“Quiera Eru bendecir mi trabajo y corregirlo” (JRR Tolkien, Quenta Silmarillion, Cap. 2).